lunes, 14 de julio de 2008

Erre con erre cigarro

Estoy sentado en una banca de la Justo Sierra fumándome un cigarro. Frente a mí hay un busto de labios apretados y aspecto de jinete, parece un Lenin cualquiera. A un lado, sobre el muro, unos carteles exhiben sus libros y sus frases (hechas) célebres. Sé lo que son sin leerlas. Me dan flojera las paredes pintadas. Trato de imaginarme el lugar repleto de niños. Van en tropel por los pasillos cargados con mochilotas que arrastran por el suelo. Hay uno que camina con dificultad entre la infantería y los baños. Viene directo hacia mí y se sienta a mi lado. Se pone la mochila sobre las piernas y saca un toper cuadro que miro con curiosidad. Me invita la mitad de un sándwich y me cuenta cosas sin importancia. Una mujer morena se detiene frente a nosotros, se nos queda mirando, vacila un poco y llama con señas. Como nadie responde, habla. Rafael, ven acá, no puedes estar ahí. Los dos nos levantamos al mismo tiempo. Me vuelvo a sentar y me alejo. Sí, un Lenin cualquiera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando observo desde lo alto las esferitas que rebotan en Tierra para retornar a la Vía Láctea, su hábitat natural, descubro que cada una se mueve con un mecanismo muy particular.

Ésta que observo ahora es la primera en su especie; tiene la particularidad de repetirse hasta el infinito, pero no a manera de clonación, no. Se me ocurre describirla como el juego del cubo, ajá, sí, eso es, una especie de mecano cuyas partes se miran únicamente a intervalos. Nunca saben cuándo se van a encontrar,ni dónde, ni en qué posición. De lo único que tienen conciencia -y no todas, es de que juntas forman el Gran Cubo.

Le podría llamar a esta especie, algo así como...Las esferas de la errancia, porque andan allí por el mundo, buscándose a sí mismas y encontrando, a cada rato, su imagen a la vuelta de la esquina.

Jorge Luis Borges, así se llamaba antes de retornar a la Vía, vivió de esta manera, traspasando espejos cual fantasma las paredes, persiguiendo la imagen que, en vez de reflejarlo, le mostraba el que había sido o el que sería.