lunes, 31 de diciembre de 2007

Después del 31 viene el 1

Quiero dejar algo muy claro: para mí este año terminó con el verano. Los meses siguientes, muy placenteros, es decir, tristes-alegres-melancólicos, han sido una especie de limbo sin niños, submundo, purgatorio mediterraneo. No voy a hacer el inventario (recuento de los daños, amores y virtudes teologales) ni notas del tipo "propósitos de año nuevo". Simplemente no creo en eso de escribirme la vida antes de la vida. Este fin oficial del año 07 es y represanta (es porque representa y viceversa) algo así como un deliquio involuntario. Esta noche ha comenzado y terminará sin fuegos artificiales y la violencia de las calles. Habrá, eso sí, una cena con mi madre y la suya, un poco de vino, y por último el sueño. Dormir, dormir, quizá soñar. Mañana será azul, espero no amanezca nublado.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Pessoa

Estoy tan feliz con mi nueva antología de Pessoa, un libro pequeñito de escaso volumen, un libro enorme en su contenido, que inmediatamente he sentido la necesidad de compartirla. Me gustaría comprar doscientas, ahora mismo, y regalarlas; convertirme hoy en una versión apócrifa de Santa Claus, que se introduce no por las chimeneas, sino por debajo de las puertas, y dejar los ejemplares sobre las alfombras. Por ahora, antes de ir a buscar los doscientos ejemplares, me conformo con poner aquí, en esta alfombra, algunos de sus versos.

*****

Si recuerdo al que fui, otro me veo,
y el pasado es el presente en el recuerdo.
El que fui es alguien que amo
aunque solamente en sueños.
Y la saudade que me aflige la mente
no es de mí ni del pasado visto,
sino de aquel a quien habito
por detrás de los ojos ciegos.
Nada sino el instante me conoce.
Hasta mi recuerdo es nada, y siento
que el que soy y el que fui
son sueños diferentes.

*****

Estás sólo. Nadie lo sabe. Calla y Finge.
Pero finge sin fingimiento.
Nada esperes que en ti no exista más,
cada uno para sí es triste.
Tienes sol si hay sol, ramas si buscas ramas,
suerte si la suerte te es dada.

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Tabaquería (fragmento)

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Además de eso, tengo en mí todos los
sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
de mi cuarto de uno de los millones en el mundo
que nadie sabe quiénes son
(¿y si lo supieran, qué es lo que sabrían?),
dan hacia el misterio de una calle cruzada
constantemente por gente,
hacia una calle inaccesible a todos los
pensamientos,
real, imposiblemente real, cierta,
desconocidamente cierta,
con el misterio de las cosas por debajo de las
piedras y de los seres,
con la muerte poniendo humedad en las paredes
y cabellos blancos en los hombres,
con el destino conduciendo la carroza de todo
por el camino de la nada.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Bjork dixit

Sintítulo

Siento imposibilidad. La siento en el cuerpo, como algo parecido a la marea de la pereza y cercano al desconcierto. Todo, absolutamente todo, sucede en el cuerpo. Pero no primeramente en el cuerpo. Un buen día uno se siente. Y entonces sucede: así como los cuerpos de los ahogados salen a la superfice en el mar, así emergen las respuestas a las preguntas formuladas o no. Y también nuevas y viejas preguntas, y ocurrencias, y sueños y desvaríos varios; algo se desata a sí mismo; algo se rompe en el vacío y algo se llena. Todo concepto, al ser sentido, al ser padecido, nos envuelve, nos invade, se desdobla y nos comprende por los siglos de siglos amén. Y el resultado... ¿Debemos seguir pensando así, tan natural? El cuerpo es un piano que se toca a sí mismo.

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Feliz cumpleaños papá

domingo, 23 de diciembre de 2007

Volver

El concierto para tanque de gas y motores que tocaban en la calle me trajo de regreso. Desperté en un lugar desconocido, solo y tarde, que resultó ser la habitación de Armando.
LLegué a Córdoba ayer por la noche. Hacía mucho tiempo que no venía. Avanzaba hacia la salida por el pasillo del autobus y mientras lo hacía miraba en la pantalla el final de una película extrañísima. Nada sé decir de ella. Lo que me llamó la atención fue la escena final. Un niño le dice a un señor muy alto: "llévame a casa", a lo que éste le responde: "los dos tardaremos un tiempo en volver a casa", o algo parecido. Y así fue, los dos tardamos un tiempo en volver a casa.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Premisa mayor

Siento algo que no es mío hasta que sucede en mí y entonces me envuelve. Hoy me levanté sabiendo esto y no sé si es por los camarones o por la charla y la respiración. Se trata desde luego de una respuesta indómita, pero al fin respuesta. No es una enfermedad imposible ni un dolor inventado ni locura, es simplemente algo colectivo que me envuelve. Y ahora la pregunta toma la forma de un para qué. Espero despertar un día de estos con la respuesta dormitando a mi lado. De cualquier forma, y pase lo que pase, me siento más tranquilo. Tener un dolor, o una sensación cualquiera, en un miembro que no se tiene, es algo preocupante y al mismo tiempo interesante. Porque si bien es cierto que se trata de algo involuntario, lo más natural es aceptarlo y tratar de hacer algo con ello. No podría decir qué se hace en esos casos, sólo queda esperar y vivir mientras tanto. Quizá se trata de algo que debe salir de algún lugar desconocido y se llega a conocer, con el tiempo, por sus efectos. Las cosas son las cosas.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Joanna Newsom


viernes, 14 de diciembre de 2007

-¿Otra vez tú?

La Orquesta Sinfónica de Xalapa ofreció un concierto gratuito en la Iglesia de Guadalupe en Coatepec. El joven director Lanfranco Marcelleti Jr., Andrzej Kalarus como solista en el contrabajo (se parece mucho al Bruno Schultz de la foto que abre la edición de Siruela de sus obras completas) y una magnífica selección musical engalanaron la noche. A pasar de que el espacio no es el adecuado para ofrecer conciertos de este tipo, su acústica es sin duda mejor que la de las salas del Teatro del Estado. Como llegué temprano me pude sentar a unos diez metros del primer violín. Desde ahí pude notar que Claire Scandrett se cambió el peinado y que Juan Manuel Jiménez se cortó el cabello. El interior de la iglesia está repleto de arreglos florales, lo que le da al lugar un aire fresco y un aspecto muy colorido. Creo que el Concierto para contrabajo y orquesta de cuerdas de Benedykt Konowalski (compuesto en 1998 y estrenado mundialmente hoy en Coatepec) fue la pieza de la noche. Kalarus terminó su interpretación y nos regaló, nuevamente, el tecer movimiento y una pieza breve de jazz.
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Salí del concierto muy contento y me fui a cenar unos ravioles de espinaca bañados en salsa blanca y una copa de vino tinto chileno. Sé que me arrepentiré de esta cena toda la próxima semana, pero no pude evitarlo. A tu salud, cabroncito.
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Ahora me gustaría salir de aquí y encontrar a Paulina, Brito, Fano y Alina y que me invitaran a una de esas fiestas locas de la que, después de beber uno o dos vodka tonic y de habernos puesto al corriente en algunas cosas, huiría sin despedirme para caminar de regreso a casa tarareando Jackson de Johnny Cash, lo que me haría comprender que padezco una enfermedad imposible y que sufro un dolor inventado, y que todo comenzó un día hace unos meses cuando salía de un café internet, y pensando en esto y en muchas cosas más, todo mezclado mejor que el vodka y el agua quina, llegaría a casa, cansado y agitado, y me acostaría a dormir y quizá soñaría otra vez con esa maldita cubeta vacía, si no es que se me sube el muerto primero. Pero estoy seguro que no será así y que en 20 minutos estaré dormido en casa disfrutando al máximo de esta soledad.
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-Milagrosa, santita linda, vengo a pedirte que me quites esta parálisis facial que me dejó el concierto, el remordimiento producto de la cena, y de paso quítame la memoria, causa de todos mis males.
-¿Otra vez tú?

jueves, 13 de diciembre de 2007

Desdoblado, acompañado

El libro vacío, otra vez:

No puedo vivir únicamente de mis verdades frías, de los conceptos que puedo sintetizar en tres líneas. Tengo que vivir también de mis debilidades, de mis dualidades y admitir que esas tres líneas, lógicas y rectas, que en determinado momento me reflejan fielmente, en otra ocasión no muy distante, o en un estado de ánimo turbulento e intrincado, me resultan escasas o estrechas o dolorosas, sin que por ello dejen de ser verdaderas. Sobre todo, no estoy imponiendo esto a nadie. Estoy diciendo sencillamente, con la misma falta de sentido y de objetivo, pero con el mismo incontrolable impulso y el deleite con los que un niño se asoma al brocal de un hondo pozo, grita su nombre y escucha emocionado que aquella misteriosa oquedad lo repite. No lo grita para alguien, no lo repite alguien; lo grita él mismo, lo escucha él mismo, pero su nombre ha sido lanzado a una profundidad de la que regresa con un tono solemne, telúrico y tan distinto de aquél en que fue pronunciado, que le hace pensar no en que es un eco, sino una respuesta o un llamado sobrenatural. Hace entonces, del negro vacío, un interlocutor, y vuelve a gritar su nombre, y luego frases cada vez más largas, cuya repetición escucha atento y conmovido.
Yo escribo y yo me leo, únicamente yo, pero al hacerlo me siento desdoblado, acompañado.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Pretérito perfecto

Este texto forma parte de un diario que comencé a escribir hace mucho (lo dejé por la paz también hace mucho). Una vez lo tomé como pretexto para algo así como un cuento, hoy perdido. La fecha es 01/06/02.

Mis ojos se han abierto sin que yo necesitase dar la orden. Soy conciente de la rebeldía de algunas de mis partes, de la naturaleza maquinal de mi ser y del riguroso cuidado que requiere ser hombre, estar vivo, tener ojos. Mis manos, que son incapaces de ser libres como mis ojos, como yo mismo, esperan cada mañana a que decida yo por ellas. A falta de libertad (las manos son esclavas por naturaleza), han sido dotadas de una inteligencia casi humana. Las manos son capaces de distinguir entre las voces y saben cuando se les pone a prueba. Si Oscar les pidiera que se abrieran, como suele hacerlo cada vez que vamos juntos por la calle, no lo harían; mis manos sólo obedecen a mi voz. Si les pido que se abran lo harán de inmediato, pero si lo hago sólo por ponerlas a prueba, como retándolas a hacerlo por ellas mismas, como acostumbro hacer cuando estoy sólo en mi habitación, no lo hacen. Mis manos son así. Mis ojos, en cambio, son libres. Sediciosos sería la palabra correcta. En las noches, por más que quiero mantenerlos abietos, se cierran causándome el sueño que es pura pérdida de tiempo. En las mañanas se levantan sin importarles si quiero o no seguir durmiendo. Mis manos son así.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Mí mismo por otro

De El libro vacío, mi biografía futura ya escrita, no autorizada pero bien recibida:

Cierto que yo también experimento a veces extrañas sensaciones de las que me da vergüenza hablar. Una, la más frecuente, es ésta: a pesar de que desde hace años soy el mismo y hago lo mismo, no sé por qué me siento ajeno a mí; como si accidentalmente hubiera yo caído dentro de mi cuerpo y de pronto me diera cuenta del sitio en que habito. (...) Entonces me hundo en mí mismo. Pero yo soy para mí como un pequeño sitio visitado anteriormente, conocido, repasado, caminado hasta la última fatiga. No obstante, es allí, es a mí mismo a donde llego siempre y me detengo para hablar.

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Acabo de conocer a una chica, estudiante de diseño, que me dijo "me gustaría platicar contigo uno de estos días, conozco gente tan vacía". Nos despedimos rápido, con la promesa de volvernos a ver pronto. Y me sigo muriendo de envidia. Me gustaría conocer a alguien "tan vacío" para que platicáramos toda la noche. Me gustaría poder gozar de ese placer tan corporal e inuscitado (ser "tan vacío" debe ser una delicia). Porque me siento tan lleno de esta cosa y no sé qué hacer con ella.

domingo, 9 de diciembre de 2007

(Oh, Sweet Nothing)

Mis palabras nacen rotas.

La cama

Colette llamaba a su cama balsa-cama. La cama de Whitman seguro era una vaina. Shakespeare le heredó a su esposa una cama. Mi cama es una buhardilla y desde ahí el mundo. La frontera indómita son los bordes de mi cama. Fuera de ella la escalera negra y roja. En la base, junto a todo lo caído, están las máscaras. En el último peldaño ascendente hay algo así como un corazón recostado. Recostado en la cama, con la cabeza en mi almohada llena de tornillos, leo y releo las instrucciones de Cortázar para subir una escalera. Pero esta escalera es distinta a la que él describió, es una escalera indómita. Cansado de no saber, me tomo el café con canela y desenvuelvo un chocolate de Elena. Afuera, los gatos pardos se reinventan en el jardín sin cerezos. Me adentro en el paisaje interior, paisaje nocturno después de la tormenta, y escucho la voz que dice la palabra: uno.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Gentita UDLA

Habla Helena, becaria de Conacyt, residente del Colegio José Gaos, UDLA Puebla:

-Leer güey, aumenta güey, tu vocabulario güey*, osea estás mal Ximena, no manches güey, hipertexturízate.

*Helena retoma aquí uno de los promos, el más popular quizá, de la Librería Gandhi.
(Nadie sabe, nadie supo quién diablos es José Gaos)

Había, en el vestíbulo del Colegio José Gaos, un árbol de navidad lleno de cartas. Todos los residentes redactaron brevemente sus peticiones para Santa y sus buenos deseos. Todas son unas joyas, anexo algunas:






miércoles, 5 de diciembre de 2007

Hoy

Fui a Kiosk (hakim) para escuchar una plática sobre la logística de la empresa. Esperaba en el vestíbulo y mientras lo hacía descubrí que las flores que están sobre el mostrador son artificiales. Un niño leía sentado a mi lado. Leía El Horla, de Maupassant. Tenía, el niño, 11 años. Esperé cuarenta minutos y como no llegaba la persona que daría la charla, me fui.
Caminaba hacia el centro. Pasé al teatro a preguntar sobre el concierto navideño que ofrecerá la sinfónica y noté que había algo de gente formada en la entrada de la Sala chica. Se iba a presentar un espectáculo de danza contemporánea a cargo de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey. Como era gratutito, me quedé. Para variar, no entendí nada, salvo el enfoque que siempre hay hacia la experimentación con nuevos ritmos, la iluminación y lo teatral. Me parece que tienen un buen nivel en los aspectos técnicos.


Mañana viajo a Puebla. Mañana regreso a Xalapa. Voy a una reunión por el cumpleaños de Carlos, mi hermano menor. Creo que no tendré tiempo para hacer mucho, me encantaría ir a patinar.


Terminé Balún Canán. Comienzo La milagrosa.


Si no hay al menos melancolía no hay escritura. Quizá mañana. Saludos, desde mi Petit Trianon.

martes, 4 de diciembre de 2007

Las hojas



Las hojas caían, rojas, lentas, hasta el suelo.
Virginia Woolf

El viento se arremolinaba sobre las hojas color atardecer que caían envejecidas. Se elevaban a los árboles y adquirían, al contacto con las ramas, el color de las primeras hojas de primavera y se adherían, nuevamente, a la piel del árbol que las había visto nacer. Y volvían a caer.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Llovía

Hoy tenía ganas de caminar como sin rumbo y de encontrar en el camino a alguien desconocido para contarle la vida. Tenía ganas, hoy precisamente, de volver al autolavado de autos (¿?) y de irme en el primer coche rojo que llegara. Pero lo pensé dos veces, y ese fue mi error. Quisiera ser mi propio oráculo(oráculo del señor) y hablarme como hacia dentro.
Ayer soñé feo. Una pesadilla. Desperté sobresaltado. Me levanté a beber agua y me volví a acostar con la cabeza hacia el lado contrario de la cama. Me desperté temprano, más tranquilo, y no fui a la escuela. Llovía y me quedé para continuar la lectura de Balún Canán. Después fui a la clase de español con Yair y Catherine. Regresé al taller a las 12:30 y trabajé solo. Nadie llegó a hacerme compañía.

Carta de Francia, vacía. (Silencio).

domingo, 2 de diciembre de 2007

Fotografías de Juan Rulfo




Ya conseguí En el hoyo, de Juan Carlos Rulfo.