martes, 29 de enero de 2008

They say you are a melancholy fellow

Jaques

I prithee, pretty youth, let me be better acquainted with thee.

Rosalind

They say you are a melancholy fellow.

Jaques

I am so; I do love it better than laughing.

Rosalind

Those that are in extremity of either are abominable fellows and betray themselves to every modern censure worse than drunkards.

Jaques

Why, ’tis good to be sad and say nothing.

Rosalind

Why then, ’tis good to be a post.

Jaques

I have neither the scholar’s melancholy, which is emulation, nor the musician’s, which is fantastical, nor the courtier’s, which is proud, nor the soldier’s, which is ambitious, nor the lawyer’s, which is politic, nor the lady’s, which is nice, nor the lover’s, which is all these: but it is a melancholy of mine own, compounded of many simples, extracted from many objects, and indeed the sundry’s contemplation of my travels, in which my often rumination wraps me m a most humorous sadness.

William Shakespeare, As you like it

domingo, 27 de enero de 2008

Lectura gratuita o las trampas de la fe

El mar, el mar en una taza, eso era. Después nos habló de ella, con calma, abiertamente. El mar ha sido lo único constante en su vida. Jamás ha dejado las costas y tuvo a su único hijo en una isla. Continué la lectura. Había dos personas continentales, territorios personales o personas territoriales; eran lugares, eran personas; las personas, como los continentes (eran territorios), se separaban lentamente, movidos por el mar. Habían sido una y la misma cosa, pero ahora se fragmentaban, se dividian, como las costas. Lo único que los unía era su base: un niño pequeño nada común, como un personaje de Dickens o de Twain. Me vi a mí mismo, allá abajo, diminuto, recorriedo esas costas llenas de luz y de sol.
Cuando lees cosas así, no estás leyendo algo inventado, producto del lenguaje y la retórica. Estás leyendo algo "visto", "experimentado" de alguna forma. Uno tendría que pagar por poder leer estas cosas, y no al revés. Por suerte, en el mundo las cosas siempre ocurren al revés, y nos damos el aparente lujo de negar la retribución. Toda determinación es una negación.

miércoles, 23 de enero de 2008

Tiempos

El orden tarda en llegar. Lo digo en relación a mi cuarto y lo escucho (lo recibo en mí, desde mí), lo pienso en relación a mi vida. ¿Por qué me digo estás cosas? ¿Me habré convertido ya en mi propio oráculo? Sé que esto, al parecer insignificante y vacuo, puede ser tomado fácilmente por una sarta de verdades de Perogrullo. Pero póngase en esto cuidadosa atención. Decir que toda acción transcurre en realidad en presente no quiere decir que seamos de hecho concientes de ello. Se puede usar la conjugación de los pasados y futuros e imaginar que al escribir algo usando el pasado evocamos, o que escribir en futuro sugiere y predice, pero esto vale sólo para la lectura y su mundo. Se escribe sobre el pasado y el futuro pero siempre en presente. Toda acción desprovista de su "actualidad" es sólo palabra. Y la palabra hace, pero no en el mundo.
Podemos leer textos escritos en pasado, presente y futuro, porque así se escriben, pero la "acción" de leerlos y escribirlos siempre ocurre en presente. No confundo el tiempo real con el tiempo de la narración. En la novela, por ejemplo, la acción tamién ocurre, como en un mundo, y no sólo es registro. ¿Cuantos tiempos suceden cuando uno está leyendo un texto en el que seguimos la voz de un narrador que nos narra que está escribiendo? Me dicen que para Fuentes y Kundera, la novela es la creación de nuevos mundos a través de la palabra. Y así es, en efecto. La novela es la creación, nuestra creación, de nuevos mundos a través de la palabra. En la biblia la palabra hace, pero la palabra es en realidad verbo, y un verbo divino. En el mundo, la palabra nos mueve a la acción, no es la acción. Los verbos no son acciones, son palabras que expresan acciones.
Hoy me levanté en el umbral de la vida cotidiana y concreta. Todo lo del mundo es individual y plural. La existencia es pasajera, no hay nada definitivo. Recuerdo un ejemplo de clase: nos despertamos en un tren en movimiento y no sabemos en dónde estamos (estamos en el tren, pero no sabemos en dónde está el tren) ni hacia dónde vamos, estamos solos, nos acercamos a la ventana para tratar de reconocer el exterior y lo primero que vemos es nuestro rostro enigmático reflejado en el cristal. Así continuamos. Leer mientras se viaja (redundancia sentida) hace que todo pase más rápido: ningún trayecto es largo con-en-por la lectura. Somos pasajeros sin boleto y equipaje. No traemos libros, viajamos ligeros. Nos conformamos entonces con mirar al exterior, pero acostumbrar la mirada lleva su tiempo. Todo es cuestión de tiempos. Mirar, reconocer, consentir, estar, existir. Y a través de todo, créanlo o no, nos creamos a nosotros mismos. Y por eso el orden tarda en llegar.

Notas:
I__I I__I: Suceder.
I_I_I_I_I: Transcurrir.
_______I: Ocurrir.

martes, 22 de enero de 2008

Un momento

Presente del pasado (7:37 am)

Acabo de encender el calentador que tardará unos cinco minutos con el agua. Y por eso vengo aquí, huyendo del fío de la habitación propia, a tratar de escribir alguna cosa. La reconstrucción de la pieza continúa. No sin cansancio, la veo hacerse. Espero esta semana poder descansar un poco y dedicarme con calma a otros asuntos. Las adquisiciones de Su Majestad quedaron muy bien. El que no quedó muy bien fui yo, que por ahora no tengo con qué. En la semana, en la semana, me repito. Y la taza sigue su tour, anunciando la segunda venida, esa taza tan viajera. Por cierto, hablando de tours, Cirque du Soleil viene a Veracruz. Pero el circo al que nunca dejo de asistir es diferente. Ayer traté de escribir Teoría del olvido. Pero estoy flojo, nada sale. En estos momentos, tan corporales ellos, siempre olvido los secretos de la alquimia y los santos estudios. Quisiera terminar de una buena vez con la habitación y las deudas de juegos, y así poder organizar y disponer toda clase de asuntos que dependen de este único hecho. Ah, pero eso sí, el correo siempre llega puntual.

Presente del presente (3:32 pm)

Voy en el camión hacia la torre escuchando una canción llena de respuestas. Sonrío. Por un descuido, o algo peor, la mirada se me escapa hacia la calle llena de coches en reposo. Veo, desde mi asiento, a un niño pequeño con síndrome de Down que viaja con la cabecita pegada a la ventanilla de un carro rojo. Tiene los ojos más alegres del mundo, las pestañas casi doradas y una sonrisa envidiable. La mirada transparente se posa en la mía. Nos sonreimos un momento. El señor sentado a su lado, quizá el padre, le acaricia el cabello con cuidado y el niño se retira de la ventana para recostarse sobre el asiento. La avenida se vuelve fluida. En medio del tráfico, continuamos nuestro largo camino. Estoy feliz. Dos o tres cuadras más adelante el camión vuelve a detenerse. En la acera de enfrente, sobre una pared azul, descubro un grafitti con mi nombre. Estoy feliz, etc...

Presente del futuro

No tengo nada que decir pero escribo (te escribo). Escribo y me repito (me afirmo frente a ti). Cambio, pero no mucho (siempre yo, siempre nuevo). Escribo y, por un momento, es como si me leyera.

sábado, 19 de enero de 2008

Final de partida

Edith Södergran me lo dijo

La vida

Yo, mi propia prisionera, os digo:
la vida no es la primavera, vestida de terciopelo verde claro,
ni una caricia, que raras veces se recibe,
la vida no es una decisión de partir
ni dos brazos blancos que nos retienen.
La vida es la angosta argolla que nos mantiene cautivos,
el círculo invisible que jamás traspasamos,
la vida es la felicidad próxima que nos pasa de largo
y los mil pasos que nos nos decicimos a dar.
La vida es despreciarse a sí mismo
y permanecer inmóvil en el fondo de un pozo
y saber que el sol brilla allá en lo alto
y que los pájaros dorados cruzan volando el aire
y que los días pasan rápidos como flechas.
La vida es agitar la mano en un breve adiós y marcharse luego
a casa a dormir...
La vida es un ser extraño para uno mismo
y una nueva máscara para todos los otros que vengan.
La vida es manejar imprudentemente la propia felicidad
y rechazar el instante único,
la vida es creerse débil y no atreverse.


La noche estrellada

Inútil dolor, inútil espera,
el mundo está vacío como tu risa.
Caen las estrellas -noche fría y espléndida.
El amor sonríe en el sueño,
el amor sueña la eternidad...
Inútil temor, inútil pena,
el amor es menos que la nada,
de la mano del amor al abismo se desliza
el anillo de la eternidad.

jueves, 17 de enero de 2008

Del color y la lluvia

Texto rescatado de las oscuras moradas de la memoria, USB:

Del color y la lluvia

"Quiero pintar hombres y mujeres con ese algo de eterno que se acostumbraba a simbolizar con la aureola y que nosotros podemos dar con la irradiación y vibración de nuestros colores"

Van Gogh


Frascos repletos de color iluminan la pieza blanca y casi vacía. Los pigmentos, arrojados por el viento, se arremolinan fuera de sus botes. Una mancha indiferenciada de color va apareciendo en la cortina que la lluvia humedece. Algunos pinceles aún giran en el vaso con agua oscura. Las últimas gotas de acuarela se fijan al papel.
La ciudad es un piano y la lluvia lo toca. Las calles que alguien podría observar desde la ventana, repletas de sordos, pierden tonalidad. La loca vecina, o mejor dicho, la vecina loca sube al tejado. Se deja caer justo en el borde con las piernas cruzadas y la cabeza sobre el hombro izquierdo. Los ojos perdidos miran al cielo y las manos desbaratan helechos. Quizá sonríe.
El pintorcillo vanguardista ha olvidado escuchar. Los sentidos sólo conocen papel en estas horas. Los pies desnudos, en constante movimiento sobre la duela, conservan su color sólo en la parte lateral del arco.
La pieza se ha vuelto paisaje y el papel ventana mientras pintaba como lo hace la noche.
Las gotas de café que secan a lo largo de la taza imitan la acuarela o viceversa. No hay pincel que se compare con un par de labios.
Lo piensa dos veces antes de escribir en la tarjeta la técnica empleada. Sabiamente, decide no hacerlo. Se lleva el pincel a los labios, humedece las cerdas y firma una R.
El retrato está terminado. La loca es ahora inmortal y puede arrojarse del tejado cuando la tarde cante azul en verano.


Córdoba, 03/07/05; 1:58 pm.

Uno no es ninguno

Hoy, siempre hoy, es un día muy especial para mí. Al fin entendí un par de cosas importantes que andaban por ahí, desatadas y tristes, en el camino. Puede escuchar la voz, la del desierto laberinto, decir cosas amables, palabras serias y graves; confesar estados de cosas y palabras llenas como las dalias de Elliot. Todo se va acomodando, finalmente, como las capas de la tierra después de su movimiento. Pero eso sí, en silencio y lentamente, con el disfraz de lo que no parece suceder. Y vendrán, lo sé muy bien, nuevas sacudidas (sábanas blancas, sonidos de la nave) a despertarme en plena noche. Yo las dejaré entrar en el tunel bajo la cama (el que lleva a la entrada de mi habitación) y juntos estallaremos creando el platillo rojo que se me vendrá encima. El cuerpo es el límite del cuerpo (no sabemos lo que puede un cuerpo) y los límites de mi lenguaje son los de mi mundo.

(Alejandra, te entiendo; sí Virginia, sí; te voy extrañar niño terrible. Y ahora ¿qué sigue? Pues sigo yo, faltaba menos)

Hoy, mis dos habitaciones, la propia y la propiamente dicha, se hacen una. 150 pesos al mes es el precio del milagro. Y falta otro, el importante, el definitivo. Mi deseo es ser uno, porque Uno no es ninguno.

lunes, 14 de enero de 2008

Conozca el interior

¿Qué ves ahí?


domingo, 13 de enero de 2008

Vivir sin...

Yo sí sé lo que significa el no pronunciar las palabras que me devolverían la vida. Las tengo ensayadas, desesperantemente ensayadas. En el momento en que me decidiera surgirían fluidas y rotundas. Inapelables. Son redondas, pulidas. La frase completa es como una joya. La tengo, es mía. La veo brillar en medio del silencio. Con sólo pronunciarla todo me sería devuelto. Pero allí permanece, al borde de mis labios, como al borde de un río crecido, imposible de cruzar.
¿Sabes lo que es quedarse a la orilla de uno mismo, contemplándose?

Josefina Vicens, Los años falsos

jueves, 10 de enero de 2008

Mis tres mitades y yo

Acabo de descubrir a una persona que es idéntica a otra persona. Ambas, la conocida pero distante y la desconocida pero cercana, están ya instaladas en mi memoria. Inmediatamente llamó mi atención esta nueva persona. Físicamente es muy parecida a la ya conocida, aunque su rostro es un rostro perfecto, uno clásico. Está sentado a mi lado, con expresión triste, y escribe como si algo le doliera. No puedo ver lo que hace porque su monitor está inclinado hacia el lado derecho ocultando el contenido de la pantalla. No hay problema. Me basta con mirarle el rostro, tan conocido y desconocido a la vez, y poder percibir este aire misterioso y dolorido, que me fascina. Viste una playera azul. Tiene, la playera, el dibujo de un árbol sin hojas. En el acto me traslado a las hojas, a la foto, a la otra persona. No puedo escribir sobre estás cosas, no en el momento preciso de su revelación. Lo único que quisiera ahora es poder transmitir esta extraña sensación de arrobamiento. ¿Es posible que sean la misma persona? ¿Lo conocido y lo desconocido de una en dos personas distintas; lo distante y lo cercano de una en dos personas distintas? Ellas y yo conformamos una extraña trinidad no-dialéctica, porque en medio de nosotros no hay afirmaciones ni negaciones, sólo el claro resplandor del que es tres veces uno.

miércoles, 9 de enero de 2008

El chico nuevo

Tomo una clase de inglés de lunes a viernes por la mañana. Hoy llegó a mi grupo un chico nuevo. Tiene 15 años. La clase me pareció una tortura, no puede evitar sentirme viejo y un poco anticuado y atrasado. No me refiero al nivel en la lengua, más bien a la visión del mundo y la vida. La dinámica de la clase y su metodología hacen necesario que todos los estudiantes hablen de sus vidas cotidianas. El chico nuevo (no recuerdo su nombre), muy inestable y extrovertido, se pasó toda la hora hablando, mitad en español, un cuarto en inglés y otro más en espanglish, sobre video juegos de realidad virtual, chats mundiales y esas cosas. Había pasado las vacaciones en Estados Unidos, y veo claramente, sin suponer nada, que todo en esas vacaciones fueron video juegos, las nuevas de Hollywood y parques temáticos. Yo hablé un poco de cómo ha cambiado Córdoba, en su aspecto físico, en los últimos 5 años. Me parece que lo más significativo es que ahora hay más zapaterías en el centro de la ciudad, que la catedral parece un pastel y que han abierto muchos antros y lugares de ese tipo. Los antros y sus subespecies han suplantado las tardes en el café y las idas y venidas por el parque. Al chico nuevo le pareció que todo esto "mejoraba" la ciudad, y por más que lo pienso no me parece así. Después dijo que la nueva plaza de Xalapa era algo así como el paraiso, porque él y sus amigos pasan las tardes ahí, dando vueltas y comprando cosas. Tengo amigos de mi edad, y más grandes también, a los que nos les molesta esa vida de plaza. Pero hacerlo algo tan natural, de todos los días, y divertirse con eso, me parece más bien un signo de los "nuevos tiempos". Ir a la escuela con el PSP en el bolsillo, salir corriendo a la plaza para comer, comprar y jugar ahí, ir a casa y pasar la tarde en los chats, después cenar algo rápido y ponerse a jugar video juegos hasta que el cuerpo aguante, o la mamá, o lo que pase primero..... y esas cosas.... no, no es lo mío.

domingo, 6 de enero de 2008

Derecho de soñar

La noche del 10 de noviembre de 1619, el joven Descartes, que por entonces ya andaría preguntándose qué estaba haciendo en ese lugar, tuvo un sueño que cambió su vida, y que con seguridad determinó también la nuestra, porque de él nacieron muchas ideas modernas. En esa noche “llena de entusiasmo”, que siempre recordaría como el acontecimiento clave de su vida, René creyó descubrir “los fundamentos de una ciencia admirable”.
Es difícil saber exactamente en qué consistía esa ciencia. Baillet, su primer biógrafo, dijo que Monsieur Descartes se refería a la geometría analítica, aunque sabemos que eso es algo que sólo habría de elaborar años más tarde. Otros hablaron del sueño de un álgebra universal, como esa combinatoria que imaginó Leibniz, de un descubrimiento en el campo de la óptica o de los principios de su programa epistemológico. De todos modos, a juzgar por la importancia que le dio Descartes, de lo que no puede dudarse es que ese sueño tuvo mucho que ver con la resolución de su crisis vocacional.

Pablo Capanna, El sueño de Descartes



Si los sueños de los hombres han dejado su huella en la historia, la literatura, por su parte, desborda los sueños. Desde el poema de Gilgamés hasta la Biblia, de Calderón hasta Shakespeare o hasta Kafka, el "derecho a soñar", como lo llamó Bachelard, acompaña la escritura. Y que los sueños signifiquen todo (Freud) o que no signifiquen nada (Caillois, lo que también es una interpretación), que estén hechos de una materia vivida o de una materia que pertenece a otra dimensión, es simplemente contándolos como la literatura, con toda libertad, los propuso a sus onirománticos, es decir, a todos nosotros, los lectores.

Antonio Tabucchi, De qué están hechos los sueños

sábado, 5 de enero de 2008

Sábado de gloria

Escribo estas líneas mientras me termino un delicioso helado de cacao y queso. Mientras escribo como, y vicerversa, y mientras hago pienso. Pienso que todas las esperas terminarán con este sábado de gloria, definitivamente. Pues no ha sido menos que eso mi día. Póngase en esto cuidadosa atención, pues con "esto" no quiero decir nada extraordinario. Fue un buen día y pretendo tener más de esos, un montón.
Me levanté temprano y comencé a releer El Laberinto de la soledad. Cada palabra era nueva para mí y mi memoria. Después comencé la labor de reconstruir mi habitación, de rehacerla por medio de una limpieza metódica y la reubicación de los escasos muebles. Baile como un desquisiado, con escoba y trapeador, la danza de la destrucción durante casi cinco horas. Después tomé un baño que me permitió salir corriendo a una feria que hay en los lagos. Jugué tiro al blanco con un rifle de postas: le atiné a diez patitos de plomo. Ahora como un helado y escribo.
No quiero escribir sobre el helado. Me parece que aquí hace falta algo más o menos normal, algo con peso y sin destinatario. Por cierto, la alusión que hace Paz al olvido del cuerpo por parte de los norteamericanos me parece reveladora. Pero tampoco quiero escribir sobre eso. ¿Qué era eso que me trajo hasta aquí, arrastrando, hasta esta pantalla brillante? Lo he olvidado ya. Siempre me pasa. La hoja en blanco, la pantalla en blanco contagian su blancura a mi cabeza. Las cosas se van, se pierden, y también las ideas. En una de esas quizá encuentren a alguien más. Espero que alguien (no, en realidad no espero, he dicho, hoy acaban las esperas) piense en mí.

viernes, 4 de enero de 2008

Divertimento

Puedo leer los versos más tristes esta noche.

Leer, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El laberinto de la soledad

Otra vez la imposibilidad, el cuerpo que siente frío cuando no hace frío, El libro vacío, la ausencia silente, la presente, la que nos dejan. Somos átomos, seres cerrados, encerrados, asegurados con 100 candados interiores y un par de llaves arrojado fuera de nosotros, entre nosotros pero afuera, sobre la acera. Soy una parte del todo, de la soledad absoluta que se abandona siempre a sí misma. Todos, en todas partes, estamos solos. No nos hacemos compañía, estamos solos. Chocamos, unos con otros, como átomos que no consiguen nunca, de tan diversos, formar una triste molécula cualquiera. Tu soledad es la mía, pero la mía es sólo mía. Estoy solo en la soledad, un lugar solitario donde no hay ni un triste solitario más. La soledad es una distancia: la que separa lo uno de lo otro. Considerar seriamente mi soledad, sucesión infinita de puntos, como un segmento de una línea finita pero infinitamente más grande que yo. Mi soledad es grande, como para dos, pero estoy solo. Me analizo, me desato, cada adjetivo, cada palabra que se pierde en el predicamento de ser predicado de un sujeto desconocido, cada morfema que se me adhiere es un escalón que desciendo hacia la soledad profunda, es otro círculo que se cierra en mi ambiente cerrado por círculos concéntricos, la soledad absoluta en la que permanezco solo. Soy (primera soledad), mexicano (segunda soledad), 22 años (tercera soledad). Mi soledad está viva, respira, tiene ojos. Considerar seriamente mis soledades. Somos regalos que no consiguen nunca darse.

miércoles, 2 de enero de 2008

Una duda

Acabo de saber que la Universidad Veracruzana reabrirá este año la maestría en filosofía. Vengo pensando hace dos años entrar a la maestría en Literatura mexicana, pero ahora estoy un poco indeciso. Familiares y amigos me sugieren seguir en filosofía. En realidad es la misma vaina: la filosofía es el pensamiento tal cual, desnudo, y la literatura, al menos una parte importante de ella, es esencialmente el mismo pensamiento pero ataviado elegantemente, por decirlo de algún modo. Creo que la balanza se inclinará según la distribución de las becas. Me parece que Conacyt le había retirado la beca a filosofía en generaciones pasadas, aunque bien puede ser que se cuente con ella en este periodo. No lo sé aún, tendré que informarme bien. De cualquier forma, aún hay tiempo suficiente para darle seguimiento a lo de estudiar un posgrado. Debo retomar los textos de filosofía y, especialmente, lo que trabajé en mi tesis de licenciatura. Leyendo a Carmen Boullosa reconocí en algunos de sus textos y en varias de sus expresiones, resonancias y ecos de Spinoza. Debo repensar y releer en ese sentido. Nunca se sabe.