martes, 4 de marzo de 2008

Chejov, sí sí

Me salí todo enbufandado, huyendo de una tesis de sombras, a buscar algo que me trajera de regreso y me mantuviera así. Encontré, sin mucho esfuerzo (después de todo se imprimieron 52000 ejemplares...), un libro pequeñito de esa colección que no se vende... pero que se vende muy barata. Es una antología de cuentos de Chejov, El camaleón y otros cuentos de varios colores. Sin palabras. Transcribo a continuación un fragmento de La melancolía, narración corta que forma parte de mi biografía secreta no autorizada pero bien recibida. La puntuación me parece extraña en algunas partes, pero respeto la traducción (Francisco Montaña) y su edición.

De nuevo está solo y de nuevo empieza a envolverlo el silencio... La melancolía que había sido apaciguada durante un corto momento aparece de nuevo y le taladra el pecho con más fuerza todavía. Los ojos de Iona martirizados y ansiosos recorren la multitud que se mueve por los dos lados de la calle, esperanzados en encontrar aunque sea una, entre esos miles de personas que pueda oírlo. Pero la multitud corre sin notarlo a él ni a su nostalgia... Y la nostalgia crece sin reconocer ninguna frontera. Si el pecho de Iona llegará a explotar, se derramaría toda la tristeza y llenaría el mundo entero, y a pesar de eso es invisible.

P.D. Y es por eso que nadie entiende nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué maravilla Comodín, haz hecho que los sortes se respiren en el aire, entre las ramas, en las hojas... que bello fragmento, que hermoso trozo de vida,

qué jirones de palabras usamos ciertas tardes como si fuesen bufandas que hicieran más que cobijarnos la garganta...