jueves, 14 de febrero de 2008

Sophia B. Coppola

Transcribo en este lugar (instante de un momento) un fragmento de Solos en el umbral, texto inédito de Sophia B. Coppola, escritora cordobesa muy cercana a las Mujeres solas y a los místicos cristianos. Las líneas que retomo son una parte muy pequeña de un texto mayor. Lo que me parece más significativo en él, no tiene que ver con la historia toda (que por otra parte está muy bien), sino con un uso específico del lenguaje, con la anticipación de la palabra final en algunas frases y con un ir y venir del sentido. Hice un par de ajustes, casi nada. Espero que ella vuelva sobre el texto y, de creerlo necesario, modifique algunos elementos de la redacción y nos haga llegar, en el menor tiempo posible, el texto definitivo... y gratis.



Y así, yo me detengo justamente en otra especie de umbral (sin sabor, sin aroma ni luz), doy la espalda cuando ese par pasa por mi lado y entonces atravieso mi umbral.
Unos cuantos pasos y ya estoy en una biblioteca de aromas indescriptibles. Yo, como autómata, sin nombrar ni tocar nada de mi realidad (únicamente mis pasos tocan tierra), recorro los estantes…
Escucho las palabras dormidas, los pensamientos delimitados de los jóvenes estudiantes que nunca han sentido la dificultad de pasar la hoja, de finalizar un capítulo, de leer la palabra fin… sintiéndola.
Subo unas escaleras estrechas de caracol, la madera cruje y resuenan mis pasos (nada más ellos, yo, como sombra). Recorro los estantes, bajo la cabeza, me doblo al cruzar las zonas bajas por la estructura de los arcos, continúo revisando títulos y escuchando el murmullo de las letras… deshilvanadas.
Solamente yo, eligiendo uno entre cinco mil, podría hilvanar una historia al momento de acariciar su cuerpo… su frágil cuerpo.
Continúo…
Camino lenta, muy lentamente, buscando un nombre conocido… No pienso en la historia del Libro, ni en la historia de las Ideas o en la constante y solitaria labor de un escritor… Es que no pienso.

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