martes, 19 de febrero de 2008

Un recuerdo del porvenir




El faro se siente solo.
Ella se ha ido. Fue tras sus pasos. Alguna historia debió olvidar para partir tan pronto, y tan deprisa. Pero ella lo sabe: los murmullos de una ciudad la acompañan en su viaje.
Un ave recorre las habitaciones vacías. La cortina lila se estremece débilmente (escuchar). El abanico se abre. Las gotas abrazadas. Ella no está para verlo.
La ciudad se sumerge en la penumbra en silencio: ella se ha llevado el murmurar de los caminos.
Tal vez sea el silencio o la inmovilidad de la noche, pero él lo supo al llegar: la ciudad no es la misma. Tres ya son dos. Y dos son cada vez más uno.
Pero el reloj sigue ahí.
Tal vez sea un abrazo lo que él necesite para dejarla ir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Agradezco tu recuerdo, tus palabras y entre ellas todo el porvenir. Es un texto muy bonito, justo como el de arriba, el de la aldea italiana, me provoca más que un sabor un aroma, también la sensación de ese espacio que pintas... me gustan mucho estos textos que has ido incluyendo, sería bueno hornear algunos más, ya hacen falta junto a una buena taza de café.

tqsaltimbanqui, a vecesmuchosiempre.