miércoles, 10 de octubre de 2007

Con los atentos saludos de Raúl Arias Lovillo

Miércoles: día de 2x1 en el cine y de ir a comer con Padre Zilli. Esta costumbre (la de ir a ver a Padre Zilli; la historia del 2x1 la contaré en otra ocasión) comenzó de la siguiente manera. Un día, miércoles, iba saliendo de la clase de Teología del profesor Palmeros y he aquí que veo que Padre Zilli salía de su oficina ( "Mirad: ya viene, saltando por los montes, brincando por las colinas") . Era la 1:30 de la tarde. A esa hora los pasillos del seminario parecen hormigueros. Todos los alumnos, en estampida, se apresuran para ganar los primeros lugares en el gran comedor. Las mesas, para ocho comensales, están dispuestas desde hace dos horas. Lo que uno hace es llegar, rezar algo breve, sentarse y esperar a que comienzen a circular los platos. Los meseros son alumnos (en el seminario, casi todas las tareas, incluidos el aseo de todos los edificios y jardines, se distribuyen entre todos los que lo habitan). La comida es muy buena. La preparan solícitas monjas de manos ágiles (casi todas son adultas mayores, pero los años las han dotado de habilidad y sazón). En fin, era día de clases y la hora de la comida. Caminé a prisa entre las hordas de seminaristas hambrientos y lo alcancé en el estacionamiento. Cambiamos algunas palabras sobre las clases y alguna lectura, y después me invitó a entrar en su coche. Subí. Pensé que quizá me llevaría hasta la avenida donde él sabía que tomaba mi autobus para llegar al centro, pero en vez de eso me invitó a comer en su casa. Yo no supe que decir, permanecí un momento en silencio. Él no esperaba ninguna respuesta, enseguida se puso en marcha y en menos de 10 minutos ya estábamos en su casa. Entramos. Yo había estado en dos ocasiones anteriores en la casa, pero ahora era distinto: él personalmente me había llevado. Es una casa pequeña pero amplia. La fachada es completamente blanca. En la entrada hay un buzón pintado de rojo y algunas macetas también rojas. El interior es blanco y melón, muy cálido. Todo está en su debido lugar, nada ostentoso; la casa de un sacerdote, pensé. Me invitó a tomar asiento en la sala y él subió a su habitación. Regresó en pocos minutos y me tendió un libro. Se trataba de su nuevo libro sobre colonos italianos, Tierra y libertad, editado en italia. Era un regalo. Después comimos mucho y charlarmos un poco...

Tengo muchos buenos recuerdos de Padre Zilli. De Zilli profesor y de pequeños detalles que ha tenido siempre conmigo. Hoy es miércoles. Hacía varias semanas que no lo visitaba. LLamé a su casa para saludarlo y cuando escuché su voz en el teléfono tuve muchas ganas de verlo. Y fui. Como siempre, la comida fue magnífica: crema de verduras, espaguetti rojo, ensalada y pollo a la matequilla con papas. Comí mucho (como siempre), él no tenía mucho apetito. Desde hace algunos años está enfermo. Su tratamiento lo debilita mucho, pero aún así conserva, en esos días difíciles, la sonrisa infantil que lo caracteriza. Me hizo un regalo. Me dió los tres libros que la Universidad Veracruzana acaba de editar de las muchas traducciones que ha hecho Sergio Pitol: La vuelta de tuerca de Henry James, El ajuste de cuentas de Tibor Déry y Diario de un loco de Lu Hsun. Es un paquete hecho con una base de cartón duro en la que estan colocados los tres libros, de manera que es posible leer los títulos, y está forrado con un plástico transparente. En una esquina, la superior derecha, hay una tarjetita muy elegante. Dice: Con los atentos saludos de Raúl Arias Lovillo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece muy interesante y agradable la forma en la que te puedes expresar de esas vivencias de las que no siempre es facil exprimir una letra para explicarla en un blog electronico,creo que debo decir que tienes una forma muy tierna o calida para expresarte,no sabria diferenciarla bien,peor casi puedes sentir lo que el Raphaël del blog siente y no cualquiera puede logar eso..me agrado mucho tu blog, esta ventna en especial...espero verte pronto...saludos...Javier Melchi

Anónimo dijo...

eso del pollo con papas a la mantequilla despertó mi apetito, pero allí, allí en casa del cálido padre Zilli... la última y primera vez que comi con uds. no comimos justamente eso?! Entonces por qué no has hecho mención de la dama que prepara tan exquisitos manjares?

ciau.