sábado, 5 de enero de 2008

Sábado de gloria

Escribo estas líneas mientras me termino un delicioso helado de cacao y queso. Mientras escribo como, y vicerversa, y mientras hago pienso. Pienso que todas las esperas terminarán con este sábado de gloria, definitivamente. Pues no ha sido menos que eso mi día. Póngase en esto cuidadosa atención, pues con "esto" no quiero decir nada extraordinario. Fue un buen día y pretendo tener más de esos, un montón.
Me levanté temprano y comencé a releer El Laberinto de la soledad. Cada palabra era nueva para mí y mi memoria. Después comencé la labor de reconstruir mi habitación, de rehacerla por medio de una limpieza metódica y la reubicación de los escasos muebles. Baile como un desquisiado, con escoba y trapeador, la danza de la destrucción durante casi cinco horas. Después tomé un baño que me permitió salir corriendo a una feria que hay en los lagos. Jugué tiro al blanco con un rifle de postas: le atiné a diez patitos de plomo. Ahora como un helado y escribo.
No quiero escribir sobre el helado. Me parece que aquí hace falta algo más o menos normal, algo con peso y sin destinatario. Por cierto, la alusión que hace Paz al olvido del cuerpo por parte de los norteamericanos me parece reveladora. Pero tampoco quiero escribir sobre eso. ¿Qué era eso que me trajo hasta aquí, arrastrando, hasta esta pantalla brillante? Lo he olvidado ya. Siempre me pasa. La hoja en blanco, la pantalla en blanco contagian su blancura a mi cabeza. Las cosas se van, se pierden, y también las ideas. En una de esas quizá encuentren a alguien más. Espero que alguien (no, en realidad no espero, he dicho, hoy acaban las esperas) piense en mí.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque no lo esperes, sabes que, por lo regular, pienso en tí, de una manera más bien perenne.

Anónimo dijo...

Siempre pienso en ti, sobre todo cuando el tren se detiene.

Garabato dijo...

A veces uno sólo escribe por la necesidad de no olvidar que se piensa.

Benditos blogs que nos dejan recordarnos.

Anónimo dijo...

Tal vez no me creas, pues es algo que sueles hacer (jaja!), pero frecuentemente me acuerdo de ti, tal vez sea porque siempre algo debe de pasarme que me hace recordar algunas de tus sabias palabras (¿sabias?...); en fin, te visitaré uno de estos días, un abrazo!