sábado, 10 de noviembre de 2007

Dar de leer

A principios de octubre hablé con una amiga sobre la posibilidad de elaborar un proyecto para hacer lecturas en algún asilo de ancianos. Ella trabajaba en un asilo como auxiliar en el área de limpieza. Su respuesta fue contundente: "No estamos en Europa". Y me aseguró que el director del asilo era de la misma opinión, ya que ella sabía del caso de un grupo de jóvenes estudiantes de pedagogía que habían propuesto un proyecto similiar a los administradores del lugar y que éstos sencillamente lo habían rechazado sugiriéndoles elaborar uno enfocado en la proyección de películas mexicanas, como las de lucerito, y que entonces podría ser considerado. Dejé por la paz el asunto, hasta el día de hoy.
Caminaba por Xalapeños Ilustres decepcionado por los altos precios de algunos libros que vi en Gandhi, y recordé que cerca de ahí había un asilo de ancianos. No lo pensé mucho. Entré y pedí hablar con alguien de la administración. Hablé con un muchacho, que al parecer es el encargado de las actividades de los abuelitos, sobre la posibilidad de realizar ahí un proyecto de lectura. Me dijo que ya había un grupo de estudiantes de pedagogía trabajando en algo similiar y que por si fuera poco una señora asistía una vez a la semana a leer en voz alta. Me dio a leer el proyecto de los chicos de pedagogía: me pareció un disparate. El proyecto se llama "Taller de Lectura". Se trata más bien de la descripción de 6 sesiones de actividades enfocadas más en realizar juegos con sillas y en la proyección de películas que en la lectura misma. Es uno de esos proyectos escolares que lucen una redacción por demás académica y confusa: los objetivos no son objetivos, y no pueden serlo; las actividades son en realidad juegos; las lecturas: "un cuento" (quién sabe cuál) y un "fragmento de un libro" (quién sabe qué género, etc. etc.); además plantean la proyección de "una película" (¿lucerito?) y "ejercicios de retroalimentación", también con sillas... El encargado no pudo decirme nada sobre el proyecto de la señora que lee en voz alta porque no ha entregado ninguno.
En fin, tengo una cita en 15 días con el director del asilo para hablar sobre un nuevo proyecto. Creo que trabajaré con lectura en voz alta y lectura en atríl, ya que me dicen que son muy pocos los viejitos que saben leer y entre ellos hay varios que ya no pueden hacerlo. Primero quiero asitir a las sesiones del grupo de pedagogía y de la señora para ver qué trabajan y cómo lo hacen. Por ahora me enfocaré en la selección de los textos y sobre todo en la elaboración de un proyecto de lectura enfocado en la lectura. Veremos que pasa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te recuerdo que esa librerîa no es Gandhi; las diferencias existen!

Y algo mâs, visitar ancianitos deprime, te prevengo seriamente.

Otra cosa la de lucerito y luis miguel esta que se titulô Fiebre de amor estâ muy cuca para los abuelitos...

es todo: gracias.

Anónimo dijo...

Me parece interesante saber ciertamente lo que hace la Universidad Veracruzana en torno a la promoción de la lectura.

Aunque...pensándolo bien...ciertamente ya lo sé.

Existen otros espacios sociales donde la actuación del promotor es posible. En el caso del asilo resulta el inconveniente de que ya otro está ahí. No importa la naturaleza o calidad de su actuación, el inconveniente es que el espacio ya está ocupado.

Convendría un espacio personal propia-mente dicho, en el que se pueda crear y recrear sin un antes y un después, ni enojosas comparaciones.