domingo, 18 de noviembre de 2007

Narración y desnudez

El sábado hicimos en clase un ejercicio de narración oral muy interesante. Había varios masos de cartas de tarot sobre la mesa y teníamos que elegir alguno de ellos. Después, seleccionar únicamente cinco cartas que nos llamaran la atención o nos dijeran cosas al oido. Con ellas, debíamos estructurar una historia que sería presetada después en forma oral. Así, garabateadas unas cuantas notas, uno a uno fuimos recintando con voces apagagas nuestras historias. Después vino el silencio. ¿Qué habíamos hecho? Nadie nos había pedido que habláramos de nosostros mismos. Hubiera sido más fácil inventar algo que empezará con "había una vez" y terminara en "vivieron felices para siempre". Pero el caso es que todos formamos La historia de nosotros. Para finalizar se nos pidió anotar en una hoja las relaciones que habíamos establecido entre cada carta y cada vivencia personal y explicar, brevemente, cómo se había ido formando la historia (pues no lo hicimos nosotros) en nuestra mente. Algo insólito, que nos dice mucho sobre la literatura. Pues no otra cosa hacen los escritores con sus textos (los personajes se les van de las manos y se viven los unos a los otros) y éstos con los lectores (juegan con nuestras vidas y nuestras emociones). Una compañera dijo que hubiera sido más fácil pedir que todos se desnudaran y subieran a la mesa. Lo cierto es que fue un ejercicio narrativo que motivo, como ocurre con la buena literatura, la reflexión espontánea sobre la propia vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El emperador les contó a sus oyentes que la sibila, en tiempos ya muy lejanos, había sido entregada "por la locura de sus padres" al servicio de Apolo y que, "en el santuario de su vana superstición", respondía a las preguntas de los servidores del dios. "Sin embargo, en una ocasión", explicó la sibila "recibió realmente la inspiración de lo alto y declaró en versos proféticos las intenciones futuras de Dios, indicando con claridad el advenimiento del Mesías mediante las letras iniciales de una serie de versos que formaban un acróstico con estas palabras: JESUCRISTO, HIJO DE DIOS, SALVADOR, CRUZ". A continuación, el emperador procedió a declamar el poema de la sibila.

Mágicamente, el poema (que comienza con "¡Juicio! Los poros rezumantes de la tierra señalarán el día") contiene, en efecto, el acróstico divino.

UNA HISTORIA DE LA LECTURA. "Leer el futuro". Alberto Manguel. p.217

Anónimo dijo...

XX.EL JUICIO

El Angel de largas alas blancas, probablemente el Arcángel Miguel, que emerge de una nube tocando la trompeta, hace pensar en seguida en el ángel del Apocalipsis.

La tríada que resucita, la familia, sale deslumbrada de la tumba como símbolo de la humanidad regenerada.

Es el juicio supremo, el momento de la verdad en el que todo lo que es material se separa de lo que es espiritual.

A NIVEL ADIVINATORIO:

Este es un periodo de revisión de todo lo que hemos estado haciendo y en el que nosotros mismos hemos creado el futuro que ahora nos aguarda. Ha llegado el tiempo de la mies y los errores y los esfuerzos creativos del pasado se han juntado para formar el futuro.
La carta del Juicio anuncia el fin de un capítulo de nuestra vida; no implica el luto, por el contrario, es una percepción más clara de la magnitud con la que hemos podido ser sinceros con nosotros mismos.

NARRACIÓN DESNUDA

La Torre-El Mago-El Juicio-El Colgado-La Estrella-Los Enamorados.

Derrumbamiento de las formas existentes debido a que, dentro de nosotros mismos, hemos alcanzado un punto de ebullición que nos impide vivir por más tiempo dentro de tales límites.

En alguna parte de nosotros, por muy perdidos y confusos que podamos estar en algún momento de nuestra vida, tenemos en el subconsciente la perspicacia y unos recursos por los que podemos adivinar cuál es la dirección a tomar y qué alternativas nos quedan. Vemos claramente que el camino es posible y que poseemos unas capacidades que aún no han sido desarrolladas.

Se requiere un sacrificio voluntario que antes nos daba seguridad, con la esperanza de que pueda quedar sitio para tal desarrollo. El desafío consiste en poner fe en las obras ocultas del subconsciente y aguardar en la esperanza de una vida nueva y mejor.

Existe el anuncio de una promesa, una experiencia absolutamente agradable después de pasar por el derrumbamiento de algo que considerábamos valioso para la vida.

Por último, se pondrán a prueba nuestros valores, lo que implica un análisis riguroso de las implicaciones de nuestras elecciones, tanto en el plano amoroso como profesional.