domingo, 25 de noviembre de 2007

Reina luna

Vivo en medio de dos ríos que a corta distancia se multiplican y dividen hasta el infinito. Lo único que conservo es una vieja maleta en cuyo fondo guardo algunas cartas, libros y fotografias. Ignoro el nombre y el número de mis días. El tiempo, eso dejó de importar aún antes de saberme aquí. Tallo pacientemente la valsa que ha de llevarme a donde las aguas confluyen. La decisión ya está tomada.
Anoche, bajo la luz de la reina luna que perlaba las aguas, vi caer el paisaje en el mar. De tanto mirar, la mirada se afila. Y todo pende como de un hilo.
La reina luna habla con sabiduría. Ella sabe lo que el hombre guarda, a veces sin saberlo. Sé que debo ir a donde el agua. Pero a penas pongo un pie en el río la corriente se detiene, las aguas se inmovilizan. Los ríos son caminos que andan solos.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Llueve. Es probable que las aguas acrecienten los ríos. He visto una imagen con el ojo agudo de la percepción: Un río, uno solo, en el que Crixo adelanta su paso.Las aguas no fluyen pero tampoco están inmóviles. Sucede una transmutación: el agua aparente es, en esencia, un rayo.Al contacto con el pie, las aguas se encienden en rayos multiplicados.
Es un río de luz atrapada en inquietantes inmovilidades.
Asalta la pregunta: ¿cuál es la razón de semejantes estaticidades?

Sibila responde:

ESPAÑA, POEMA EN CUATRO ANGUSTIAS Y UNA ESPERANZA.

Miradas de metales y de rocas

No Cortés, ni Pizarro
(aztecas, incas, halando el doble carro).
Mejor sus hombres rudos
saltando el tiempo. Aquí, con sus escudos.
Aquí, con sus callosas, duras manos;
remotos milicianos
al pie aquí de nosotros,
clavadas las espuelas con sus potros;
aquí al fin con nosotros,
lejanos milicianos,
ardientes, cercanísimos hermanos.

(...) todo el viejo metal imperialista
corre fundido en aguas quemadoras,
donde soldado, obrero, artista,
las balas cogen para sus ametralladoras.

ANGUSTIA SEGUNDA

Tus venas, la raíz de nuestros árboles

Yo la siento,
la raíz de tu árbol, de mi árbol,
de todos nuestros árboles,
la siento
clavada en lo más hondo de mi tierra,
clavada allí, clavada,
arrastrándome y alzándome y hablándome, gritándome.

ANGUSTIA TERCERA

Y mis huesos marchando en tus soldados

La MUERTE disfrazada va de fraile.
Con mi camisa trópico ceñida,
pegada de sudor, mato mi baile,
y corro tras la muerte por tu vida.

Las dos sangres de ti que en mí se juntan,
vuelven a ti, pues que de ti vinieron,
y por tus llagas fúlgidas preguntan.
Secos veré a los hombres que te hirieron.

ANGUSTIA CUARTA

Federico

Toco a la puerta de un romance.
-¿No anda por aquí Federico?
Un papagayo me contesta:
-Ha salido.

Toco a una puerta de cristal.
-¿No anda por aquí Federico?
Viene una mano y me señala:
-Está en el río.

DONDE NACEN LAS AGUAS. Nicolás Guillén.

Rafael Cessa dijo...

El Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio

Hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.


Monterroso.

Anónimo dijo...

¿Cuál es el sitio reservado a Rayo que lo anime a desdeprimirse?

Sibila responde:

El Paraíso imperfecto

-Es cierto -dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.

LA OVEJA NEGRA Y DEMÁS FÁBULAS. Augusto Monterroso.

Entonces la Reina Luna, sabiamente, lanzó otra rápida pregunta a la Sibila:

¿Cuáles son los Cielos de la Tierra para que Rayo los contemple desde arriba?

Sibila responde:

Aprender de la luna, contemplarla,
como tantos que han sido y que vendrán
coronándose las frentes miserables
con el aura que adorna su cintura.
Huella de la esfera celeste es su retorno,
lámpara del tiempo sereno, indiferente,
testimonio del paso de estaciones
y de guerras,
del correr de dinastías,
y en tantas mutaciones
la misma siempre;
siéndolo también sobre la frente
de quien recuerde al rey
en los siglos por venir.
¿Con qué ojos me verá el futuro?
¿Con tu ojo de luna, hostia consagrada
levantada sobre el mundo,
lágrima de humana resistencia,
perla encajada a media frente?

"La imagen ordinaria", Enrique IV. Luigi Pirandello, en: LA LUNA EN EL POZO. Carmen Leñero.

Satisfecha, Reina Luna recordó este haiku que ayer le inspiró Rayito:

Reina Luna,
rostro ambulante
que declina en las lagunas.

Y mientras hoy lo transcribe, escucha como música de fondo...

Como una rayito de luna
entre la selva dormida,
así la luz de tus ojos
ha iluminado mi pobre vida.

Tú diste luz al sendero
en mis noches sin fortuna,
iluminando mi cielo
como un rayito, claro de luna.

***

Claro de luna:
un espejo radiante
que el sol madura.

HAIKU de Luz, Mario y la Reina Luna que jugaban a hacer poesía.

Rafael Cessa dijo...

Yo sé de los cielos que estallan en rayos, de las trombas,
resacas y corrientes; sé de las noches... del Alba
exaltada como una bandada de palomas.
¡Y, a veces, he visto lo que el hombre creyó ver!
(...)
Si yo deseo un agua de Europa, es el charco
negro y frío donde, hacia el crepúsculo embalsamado
un niño en cuclillas colmado de tristezas, suelta un barco frágil como una mariposa de mayo

Rimbaud.

Anónimo dijo...

Si Rayo ha de contemplarme desde el Cielo, al igual que Basho, emprenderá por el mismo rumbo su


PARTIDA

Salimos el veintisiete de marzo. El cielo del alba estaba lleno de vapores y aunque la pálida luna había perdido su brillo se veía vagamente el monte Fuji. Los ramos de los cerezos en flor de Ueno y Yanaka me entristecieron y me pregunté si alguna vez volvería a verlos. Desde la noche anterior mis amigos se habían reunido en casa de Sampu, para acompañarme el corto trecho del viaje que haría por agua. Cuando desembarcamos en el lugar llamado Senju, la idea de emprender un viaje tan largo me llenó de aprehensión. Mientras veía el camino que acaso iba a separarnos para siempre en esta existencia irreal, lloré lágrimas de adiós:

Pronto se va la primavera,
lloran los pájaros y hay lágrimas
en los ojos de los peces.

Este poema fue el primero de mi viaje. Me pareció que no avanzaba al caminar; tampoco la gente que había ido a despedirme se marchaba, como si no hubieran querido moverse hasta verme desaparecer.

SENDAS DE OKU. Matsuo Basho. Traducción y prólogo de Octavio Paz.

Este es un bello haiku que Basho hizo para mí hace algunos siglos:

Luna de agosto.
Hasta el portón irrumpe
la marejada.

Rafael Cessa dijo...

Ya nadie recorre este camino salvo el crepúsculo.

Matsuo Basho.